Siempre me agraviaron todos los años, las horas, los
minutos que les di como un esclavo del trabajo,
realmente herían mi cabeza, mi interior, eso me ponía
enfermo y un poco loco - yo no podía entender el
asesinato de mis años.
Sin embargo, mis compañeros de trabajo no mostraban signos de
agonía, muchos de ellos incluso parecían satisfechos, y
verlos así me volvía casi tan loco como
el estúpido trabajo sin sentido.
Los obreros se sometían.
El trabajo los masacraba hasta la nulidad, los
vaciaba y los tiraba después.
Me agravió cada minuto, cada minuto era
mutilado
y nada me liberaba de la monotonía.
Consideré el suicidio.
Me emborraché en mis pocas horas de descanso.
Yo trabajé durante décadas.
Viví con mujeres de la peor clase, aquello que el trabajo
fracasaba en liquidar, lo liquidaban ellas.
Sabía que estaba muriendo.
Algo en mí decía, adelante, morite, dormí, convertite en
uno de ellos, aceptalo.
Entonces otra cosa en mí decía, no, salva aunquesea el
pedacito más pequeño, no necesita ser mucho,
sólo una chispa.
Una chispa puede incendiar
un bosque entero.
Sólo una chispa.
Sálvala.
Creo que lo hice.
Estoy feliz de haberlo hecho.
Qué cosa tan bella, afortunada
y puta.